domingo, 8 de junio de 2008

Ningún sonido

Es S y se encuentra en los alrededores del Anayet, dejando su impronta en las últimas nieves de esta primavera dudosa, pero podría ser Hans Castorp en aquella ascensión furtiva que le alejó del sanatorio alpino donde convalecía toda una época y donde él trataba de reponerse de su incierta enfermedad: “Con las piernas salpicadas de nieve, iba subiendo, apoyándose en los bastones, por una blanca altura cuyas extensiones, semejantes a sábanas, se extendían en planos cada vez más altos y conducían no se sabía adónde. Parecía que no llevaban a ninguna parte. La región superior se perdía en el cielo, que era tan blanco y brumoso como ellas y que no se podía saber dónde comenzaba. Ninguna cima, ninguna cresta eran visibles, era una nada brumosa hacia la cual Hans Castorp avanzaba; detrás de él, el mundo, el valle habitado por hombres, no tardó en desaparecer igualmente ante su vista, y como ningún sonido llegaba ya de allí, su soledad, su aislamiento, se hicieron tan profundos, antes de que se diese cuenta, que llegaron hasta producirle espanto, que es la condición previa al valor”.

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