domingo, 31 de julio de 2011

Belleza variable



"La naturaleza debía de estar contenta de que yo fuese tan feliz", piensa Jane Eyre con ocasión de uno de los episodios más risueños de la novela. Es una reflexión sugerente, pero la relación causa-efecto es probablemente la contraria: la belleza "objetiva" de la naturaleza se percibe y se saborea y se agradece mejor cuando las nubes no ensombrecen el alma del observador, sea este un montañero veterano o una institutriz de la Inglaterra victoriana que acaba de descubrir el amor.




(En la imagen, E. avanza por la magnífica cresta de los Alanos, aún más magnífica cuando se recorre con la adecuada temperatura interior).

1 comentario:

eresfea dijo...

¡Jopé con el Romanticismo!